Una obra es un organismo vivo. A modo de manantial, surgen entorno a ella acontecimientos que se necesitan encauzar para que todo desemboque acorde a su destino. En Spin, ese camino concluye al entregar al cliente el proyecto finalizado, y comprobar que, a pesar de cualquier circunstacia, la reforma cumple con todos sus requerimientos e, incluso, supera sus mejores expectativas.
La reflexión viene al caso de la reforma integral recién ejecutada en el restaurante Fokacha, en Madrid, que ha tenido el hecho sin precedentes de convivir con un confinamiento. Una experiencia que enseña un cambio de paradigma en la forma de trabajar las obras. Reuniones con la dirección facultativa, elaboración de planos, decisiones a nivel de diseño y un largo etcétera, que hasta ahora siempre se resolvieron de manera presencial, en esta ocasión han visto la necesidad de ser atendias en el entorno virtual, digitalizando gran parte de esos procesos.
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De la noche a la mañana, aparecieron flamantes exigencias en las relaciones profesionales. La viabilidad del proyecto dependía de la rápida adaptación a las necesidades y había que demostrar un buen juego de cintura. A día de hoy, si echamos la vista unos meses atrás para medir como se resolvieron aquellas incertidumbres, contemplar el resultado final de la obra es un barómetro elocuente.
En esas circunstancias, la obra se ha logrado ejecutar tal y como estuvo proyectada desde el inicio en todas y cada una de las directrices decorativas marcadas por el afamado estudio de arquitectura Touza, encargados del diseño del restaurante. En el espacio de la sala, el objetivo de la creación de diferentes ambientes se ha conseguido a través de la combinación de materiales como el hierro, el vidrio listral, el micro cemento y el ladrillo.
Mención especial merece el arco levantado que divide el espacio, en el que la brigada de Spin ha participado de manera muy activa en su planteamiento, con la confección de un esqueleto de estructura de hierro, que se ha revestido con ladrillo visto envejecido. El resultado final dota al interiorismo del restaurante de una marcada personalidad.
A lo trazado sobre plano, vinieron a sumarse unas series de mejoras no previstas en el comienzo, como la gestión y obtención de los permisos pertinentes para un suministro de gas en la cocina; el revestimiento en mármol del horno de piedra; el diseño y creación de unas jardineras para vestir el espacio de la terraza; y la luminosidad entregada al interior del local gracias a unas cristaleras de seguridad con climalit.
La manera en que el equipo de Spin resolvió cada una de estas incidencias ha engrandecido el resultado final del proyecto. El cliente, efectivamente, ha conseguido ver superadas sus expectativas, y así lo ha transmitido.
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La obra está finalizada. Ese organismo vivo entregado nace en forma de nuevo negocio. Los éxitos que coseche en su camino, para Spin de forma inevitable, los sentiremos como parte de nuestro patrimonio.